La Navidad es también un rotundo sí a la vida: a la vida
propia y a la de los demás. Estamos ante el duro panorama de una sociedad donde
se matan a millares de niños en el seno de sus propias madres, y para colmo de
hipocresía se dice que esto es legalidad, madurez y progreso. ¿Qué hacer ante
esto?...Cada uno verá, pero de momento podemos
creer en el gran valor de nuestra propia vida, aunque no seamos ni
ricos, ni listos, ni muy virtuosos. También podemos afirmar la vida de los
demás, especialmente de nuestros seres más cercanos, a pesar de sus defectos y
limitaciones. Podemos hacer esta afirmación con esperanza porque Dios mismo
cree en nuestras vidas y en su inmenso valor. Podemos también ver en los
abortistas no a seres deformes, sino a personas equivocadas que pueden cambiar.
Lo haremos desde una lucha exigente en mantener pensamientos, afectos y obras
que dignifiquen la vida. Así, con la ayuda de Dios, iremos haciendo una
sociedad más familiar y más humana. No olvidaremos tampoco a los niños a los
que no dejaron nacer, y no lo haremos porque Dios tampoco los ha olvidado.
José Ignacio Moreno
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