Hay lugares y tiempos que
nos llenan de gozo; otras veces no ocurre así. La realidad a la que
pertenecemos es distinta y complementaria a nosotros; por esto es importante
estar atentos a lo que nos toca vivir, sea de nuestro gusto o no.
Cuando procuramos
hacernos una idea agradable y positiva de una situación, podemos vivirla con
mayor provecho. Hemos de tener en cuenta que el sentimiento no conoce, sino que
es una especie de filtro por el que experimentamos las cosas que nos suceden.
Si queremos tener protagonismo sobre nuestra vida y ejercer más plenamente
nuestra libertad, hemos de tener pensamientos adecuados, que corrijan o
reorienten nuestros sentimientos. Puede haber situaciones especialmente duras,
difíciles de sobrellevar; pero muchas otras veces el tedio o la tristeza son
consecuencia de la falta de una visión intelectual positiva de lo que hacemos,
sostenida por un hábito de decisiones de la voluntad.
Con frecuencia, no
siempre, las dificultades que nos apesadumbran nacen de un error de
interpretación de lo que sucede. Si nos decidimos a tomar con energía el timón
de nuestros pensamientos, orientándolos a un buen norte, será mucho más fácil
resistir el oleaje y los aguaceros de desánimos y contratiempos. Para esto hay
que formarse, estudiar la naturaleza de las cosas, fortalecer la voluntad,
reírse un poco de uno mismo y dejarse ayudar por quien merezca nuestra
confianza. Desde luego, no se trata de adquirir un optimismo ramplón que no
tenga en cuenta los problemas ni los propios errores personales,
sino de adquirir una mentalidad abierta a la grandeza del conjunto de la
existencia y a la esperanza de vivirla mejor.
Ejercitar una visión positiva de la vida, pese a sus problemas, requiere un esfuerzo continuado, pero tiene un enorme valor porque una idea realista y animante de las cosas es la que nos hace más eficaces y más felices.
José Ignacio Moreno Iturralde
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