Tuesday, June 14, 2022

Saber vivir.


El calorazo que últimamente invade nuestro día, muestra una luz esplendorosa que hace cantar hasta las chicharras. Los últimos bandazos del curso escolar, sin duda costosos, contienen el estupendo mérito del trabajo y el esfuerzo de un año. Pero soñamos ahora con estar pronto tumbados, lo más fresquitos posibles, junto a una piscina o al lado del mar. Y una vez recuperados, parece que habrá que seguir haciendo cosas, y más cosas. Para tener un mejor currículum, más dinero, o para disfrutar más y más en futuros veranos. Lo que yo me pregunto es: ¿No podríamos pasarlo bastante mejor con el día normalito y cotidiano? Esto es sin duda complejo: porque duele la cabeza, o se acumula el trabajo, o nos han hecho un desaire o, lo que es peor, porque hemos perdido algo de gratitud y de sencillez. Observar con recato las asombrosas orejas del abuelo, conmocionarse ante la sonrisa de un niño Down, o escuchar con cara de detective la trola de un colegial, son capacidades fantásticas que estamos dejando en el baúl de los recuerdos. 

El sabio principio decía “el obrar sigue al ser”. Ahora parece que solo somos lo que hacemos; y así cunde la desorientación. Claro que hay que trabajar duro, pagar las hipotecas y ser un profesional puntero. Pero lo más importante es ser un hombre o una mujer con corazón grande, con sentido común y con alegría de vivir, a pesar de los pesares. Es así como se fraguan las familias: nuestras raíces. Esto solo se logra encontrando un amor grande, que no traiciona. Tal encuentro requiere pararse, fijarse en la realidad exterior y en el propio corazón, para detectar qué es lo que nos hace mejores, aunque nos cueste. Tendemos entonces a mirar con interés a la gente, a reírnos de la propia geta ante el espejo, y a confiar en el grandioso amor que hizo las estrellas, aunque en nuestro mundo truene la espantosa guerra. 

Y al descubrir que podíamos haber vivido mucho mejor, desde la clarividente óptica de los demás, podemos escuchar la voz de un gran amigo que nos dice: has hecho cosas bien; otras no, pero pueden servir para cambiar, para mejorar, para ir aprendiendo a saber vivir.

  

José Ignacio Moreno Iturralde

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