Al
estudiar la edad del universo, o al contemplar su inmensidad, uno puede
sentirse muy pequeño. Sin embargo, lo que más valoramos del mundo es a las
personas que queremos. Una vida sin seres queridos sería inhumana, no merecería
la pena. Nuestros familiares o amigos nos importan mucho más que las galaxias.
El
cristianismo cree en la existencia de un ser personal creador, del que todos
dependemos. Chesterton lo expresa diciendo que el mundo es como una novela
donde los personajes pueden encontrarse con su autor. Es bueno que miremos al cielo,
pero lo más decisivo es que el Cielo nos mira a nosotros. El universo tiene un
designio personal. Por esto, el cristianismo es tan humano: nos dice que cada
persona cuenta, mucho más que todas las estrellas.
José
Ignacio Moreno Iturralde
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