“Un nuevo día, sale el sol, y
rodeado de gente a la que puedo ayudar”. Esta frase de Don Rodrigo Fernández
Salas, sacerdote, se me quedó grabada a lo largo de los años que viví junto a
él y a otras personas, en la residencia del colegio Tajamar.
Durante más de sesenta años
dedicado a este colegio, entre otras tareas pastorales, todos los que le
conocimos podemos constatar la alegría contagiosa con la que vivía, su
reciedumbre, su disponibilidad generosa; así como su guasa y buen humor. “Don
Rodri”, así le llamamos sus amigos, ha vivido una vida de entrega a Dios y a
los demás siendo un tipo divertido, haciendo felices a los demás porque él lo
era. Se trataba de una persona recia, conocedora de la dureza de la vida y con
un sentido común enorme y animante.
Durante el funeral, celebrado por
su alma el pasado 26 de febrero en Tajamar, me conmovieron las canciones del
coro del colegio. Pensé en el inmenso Amor de Dios por todos y cada uno de los
chavales de Vallecas, y de todo el mundo. Cada persona lleva en sí una verdad
muy valiosa, que solo se esclarece plenamente con la luz divina. Don Rodri
estaba convencido de ello, lo vivía; quizás fuera este su secreto: sabía querer a los demás, desde su vida de unión con Dios.
Por esto pienso que, cada día, rodeado del sol del Cielo, él sigue
contemplándonos de un modo nuevo y eficaz, dispuesto siempre a ayudarnos.
José
Ignacio Moreno Iturralde
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