La educación actual debe hacer
frente a necesidades de nuestra sociedad. Es importante el aprendizaje de
idiomas, el acceso a la información en la red, así como el aprendizaje de
habilidades cooperativas y sociales. Las metodologías pedagógicas, basadas en
aplicaciones informáticas, pueden suponer un aumento de la motivación y del
rendimiento escolar.
Los citados aspectos de la
enseñanza actual, unidos a una capacitación intelectual competente, no deben
olvidar –en la práctica- lo que son las auténticas raíces de la educación de
cada persona. Todo ser humano es libre; es feliz cuando se sabe querido y sabe
querer; cuando conoce aspectos del mundo y de la realidad que le ayudan a
crecer y a madurar, forjando un proyecto personal. El ámbito privilegiado para
esta educación es la familia. Ésta es el lugar más adecuado para querer a cada
uno por sí mismo. El ser humano es familiar. Cuando la familia es el núcleo
primero de educación, y el primer lugar donde se adquieren las virtudes
personales, el colegio cumple su función educativa subsidiaria de la familiar,
con mucha mayor eficiencia y humanidad. La escuela no puede postergar, en la
práctica, la raíz educativa de las familias. La escuela no es la familia, pero
entre ambas tiene que haber comunicación y complementación: mutua ayuda. Pienso
que una escuela o un colegio competente, debe dar prioridad al conocimiento de
las familias y al conocimiento personalizado de los alumnos. Esto se demuestra
en la práctica: con conversaciones personales, de tú a tú, contabilizadas, entre
profesores y familias y entre profesores y alumnos. Esto requiere disponer de
un tiempo razonable en el horario laboral. Un buen docente se excede en su
trabajo, pero hasta cierto punto.
Por otra parte, el aprendizaje es
un proceso personal y de grupo, que implica una forja de virtudes
–hábitos operativos buenos-, esenciales en la educación. Virtudes, costosas de adquirir, de alumnos muy diversos, que requieren de una atención a su diversidad concreta, que ha de afectar a las disposiciones de un colegio y, antes, de un sistema educativo.
–hábitos operativos buenos-, esenciales en la educación. Virtudes, costosas de adquirir, de alumnos muy diversos, que requieren de una atención a su diversidad concreta, que ha de afectar a las disposiciones de un colegio y, antes, de un sistema educativo.
Educar a personas libres, con
personalidad propia, requiere conocer el papel principal de la familia en la
educación, y el carácter de ésta como fuente de conocimiento, de convivencia,
de libertad responsable y de capacidad de querer. Las familias son la raíz del
árbol de la educación.
El cuidado de los profesores, que
quizás sean el tronco del árbol, es también clave. Exigirles, valorarles,
retribuirles, y ayudarles a hacer un plan de futuro profesional puede ser un buen
proyecto para la mejora de la educación.
Una vez sentado todo esto, es
necesario el desarrollo de temarios, conocimientos adecuados, estudio personal
y metodologías pedagógicas. Pero pienso que solo si se atiende suficientemente a
los que son las raíces, antes consideradas, se obtendrán los mejores frutos de la educación: chicos y chicas con personalidad, autonomía y ganas de comerse el mundo.
José Ignacio Moreno Iturralde
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