Durante varios siglos, los traficantes de esclavos negros africanos
consideraban a sus víctimas como unos "subhumanos" a los que se podía tratar de
cualquier manera. En nuestras sociedades occidentales son cientos de miles los
niños no nacidos a los que se aborta voluntariamente todos los años. El
planteamiento es análogo: se les considera subhumanos, se puede prescindir de
ellos si son una carga. Los terroristas islámicos parecen moverse por una
lógica similar: los occidentales, capitalistas e infieles, pueden ser
aniquilados. No quiero decir que todos estos casos sean igualmente graves, sino
que en todos late la noción de ser subhumano, inferior o despreciable. Un
remedio para todo esto consiste en esmerarse en la comprensión y el respeto por
todo ser humano, empezando por quienes tenemos más cerca.
José Ignacio Moreno Iturralde
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