El
otro día me decía un amigo valenciano: pues yo, cuando estudiaba la
carrera, empezaba a preparar los exámenes finales después de San José y
Fallas. Ahora termina el segundo trimestre para los últimos cursos de la
ESO y del Bachillerato; y los universitarios están a mitad del segundo
semestre. Quizá no deban apurar tanto como mi amigo valenciano. No sé si
son muchos o pocos los valencianos que piensan igual. Lo que sí es
seguro es que, con esa mentalidad, al final, acaba faltando el tiempo.
Lo mejor es ponerse cuanto antes porque estudiar cuesta. También cuesta
repasar, puesto que ya no hay temas nuevos que podrían suscitar una
cierta curiosidad. Estudiar y repasar exigen un sacrificio que lleva
aparejado no distraerse o disiparse con las cosas que nos atraen:
juegos, televisión, móvil… Los listos no quedan eximidos de lo dicho: si
en efecto lo son, tienen la obligación de sacar buenas notas, de
acuerdo con su capacidad. Se puede leer algún libro sobre como estudiar;
hacerse un plan o un calendario de estudio …, pero sin entretenerse
mucho, porque a estudiar se aprende estudiando. Únicamente las campañas
de marketing de los cursos por correspondencia se atreven a decir:
“aprenda inglés en quince días”.
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