Información sobre la fe cristiana y la dignidad humana en relación con el mundo actual
Tuesday, January 27, 2015
Libros de San Josemaría en formato electrónico
Monday, January 26, 2015
Saturday, January 24, 2015
Libro: El olvido de sí
Este libro de Pablo D'Ors relata en primera persona la historia de Charles de Focauld (1858-1916), beatificado en 2005. Tan solo quiero destacar que en los últimos capítulos hay unas impresionantes observaciones sobre la presencia de Dios en las cosas cotidianas de la vida, asi como consejos de mucho sentido común y profundidad sobre la felicidad humana. Más información
José Ignacio Moreno
José Ignacio Moreno
Comprender la ideología de género en menos de 3 minutos
Carta abierta al Ministro de Igualdad
Sr. Ministro de Igualdad, usted responde sobre el aborto: “Yo soy católico, pero la religión está en un lado y la política está en el otro otro y yo lo respeto todo». No es igual llamarse católico que serlo, ni respetar todo que respetarlos a todos. El "nasciturus" es un ser humano inocente, cuya vida debe defenderse: no es una cosa ni un terrorista a batir por irremediable y peligroso. Muchos dejarán de votar al PP porque ha declinado la defensa prometida del niño nonato. Ha dejado de ser el baluarte de los valores de nuestra civilización, en los que la defensa de la vida ocupa el primer puesto. La reforma del innecesario consentimiento paterno a las menores, no era sino el absurdo para que pudiera haber un consenso - pero si ya se le escapó a una ex-ministra socialista, en 13TV, que estaba esperando que el PP retirara ese punto-. El meollo en la ley de aborto libre de ZP, es la negación del reconocimiento del derecho a la vida del niño nonato. La defensa del "nasciturus" no es asunto baladí: con la vida, no se negocia, y su defensa es fundamental en política, de cualquier signo que sea la formación; si, además, se es católico, como usted confiesa serlo, y no se defiende la vida, a la vista está la incongruencia. Como decía la Madre Teresa de Calcuta, "el aborto va contra el mandamiento del amor", la esencia del cristianismo.
Josefa Romo
Thursday, January 22, 2015
Sunday, January 18, 2015
Maternidad y libertad
Indudablemente
no se puede obligar a nadie a ser madre. Los políticos de Navarra decían hace
unos días en el Parlamento Navarro: “No conozco a nadie en Navarra o en España
que haya querido ser madre y haya tenido trabas”. Y así han rechazado esta
semana pasada aprobar una Ley de Protección a la maternidad.
En estos últimos
años los políticos se han especializado en ponerse vendas en los ojos y ver sólo
lo que ellos quieren ver y tapones en los oídos para oír lo que ellos quieren oír.
Y en este tema, la ceguera y sordera va acompañada por una incapacidad para
pensar en la realidad de muchas mujeres que ya son madres en un embarazo
imprevisto en circunstancias desfavorables (llamémoslas sin eufemismos, trabajo
en precario, paro, pareja inestable, soledad.) y quieren ser madres. Porque
saben que lo que gestan es un ciudadan@. Y estos políticos no favorecen la
elaboración de leyes y realidades objetivas que les ayuden. Tienen otras
prioridades.
La mujer no es
libre cuando no puede mantener su embarazo sin ayudas y éstas se le niegan. En
una España envejecida y en crisis, debería impulsarse leyes de apoyo a la
maternidad y estas leyes, que ya se aprobaron en 10 autonomías ( Galicia, La
Rioja, Principado de Asturias, Castilla La Mancha, Castilla y León, Comunidad
de Madrid, Comunidad Valenciana, Región de Murcia, Islas Baleares e Islas
Canarias), deberían extenderse por todo el Estado. Y, como se ha hecho en
Castilla la Mancha, dar contenido real presupuestario a esta ley con ayudas a
la mujer que le permitan de verdad ser libre.
Mª Rosario
Bachiller Luque
Conducir los pensamientos
Cualquier conductor presta atención al volante y se cuida
muy mucho de guiarlo bien. Las personas nos guiamos por los pensamientos, y es
muy importante tener unas ideas acertadas. En primer lugar, hay que tener un
sólido fundamento –existe y está más cercano de lo que parece- para tener un
planteamiento positivo de nuestra vida. Después hay que esforzarse con “deportividad”
para tener unos planteamientos positivos y animantes, porque son los más
verdaderos. La verdad es que hay días que todo parece salir mal y, en
ocasiones, vivimos situaciones duras. Pero la salida de los problemas está en
la luz y hay que luchar por mantener ahí la mirada.
José Ignacio Moreno Iturralde
Thursday, January 15, 2015
Wednesday, January 14, 2015
Lo que la Iglesia dice del matrimonio
Dios es amor y vive en sí mismo un misterio de comunión personal de amor.
Creándola a su imagen y conservándola continuamente en el ser, Dios inscribe en la
humanidad del hombre y de la mujer la vocación y consiguientemente la capacidad y
la responsabilidad del amor y de la comunión. El amor es por tanto la vocación
fundamental e innata de todo ser humano.
En cuanto espíritu encarnado, es decir, alma que se expresa en el cuerpo informado por un espíritu inmortal, el hombre está llamado al amor en esta su totalidad unificada. El amor abarca también el cuerpo humano y el cuerpo se hace partícipe del amor espiritual.
La Revelación cristiana conoce dos modos específicos de realizar integralmente la vocación de la persona humana al amor: el Matrimonio y la Virginidad. Tanto el uno como la otra, en su forma propia, son una concretización de la verdad más profunda del hombre, de su «ser imagen de Dios».
En consecuencia, la sexualidad, mediante la cual el hombre y la mujer se dan uno a otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal. Ella se realiza de modo verdaderamente humano, solamente cuando es parte integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte. La donación física total sería un engaño si no fuese signo y fruto de una donación en la que está presente toda la persona, incluso en su dimensión temporal; si la persona se reservase algo o la posibilidad de decidir de otra manera en orden al futuro, ya no se donaría totalmente.
Esta totalidad, exigida por el amor conyugal, corresponde también con las exigencias de una fecundidad responsable, la cual, orientada a engendrar una persona humana, supera por su naturaleza el orden puramente biológico y toca una serie de valores personales, para cuyo crecimiento armonioso es necesaria la contribución perdurable y concorde de los padres.
El único «lugar» que hace posible esta donación total es el matrimonio, es decir, el pacto de amor conyugal o elección consciente y libre, con la que el hombre y la mujer aceptan la comunidad íntima de vida y amor, querida por Dios mismo, que sólo bajo esta luz manifiesta su verdadero significado. La institución matrimonial no es una ingerencia indebida de la sociedad o de la autoridad ni la imposición intrínseca de una forma, sino exigencia interior del pacto de amor conyugal que se confirma públicamente como único y exclusivo, para que sea vivida así la plena fidelidad al designio de Dios Creador. Esta fidelidad, lejos de rebajar la libertad de la persona, la defiende contra el subjetivismo y relativismo, y la hace partícipe de la Sabiduría creadora. (Familiaris Consortio, 11)
En cuanto espíritu encarnado, es decir, alma que se expresa en el cuerpo informado por un espíritu inmortal, el hombre está llamado al amor en esta su totalidad unificada. El amor abarca también el cuerpo humano y el cuerpo se hace partícipe del amor espiritual.
La Revelación cristiana conoce dos modos específicos de realizar integralmente la vocación de la persona humana al amor: el Matrimonio y la Virginidad. Tanto el uno como la otra, en su forma propia, son una concretización de la verdad más profunda del hombre, de su «ser imagen de Dios».
En consecuencia, la sexualidad, mediante la cual el hombre y la mujer se dan uno a otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal. Ella se realiza de modo verdaderamente humano, solamente cuando es parte integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte. La donación física total sería un engaño si no fuese signo y fruto de una donación en la que está presente toda la persona, incluso en su dimensión temporal; si la persona se reservase algo o la posibilidad de decidir de otra manera en orden al futuro, ya no se donaría totalmente.
Esta totalidad, exigida por el amor conyugal, corresponde también con las exigencias de una fecundidad responsable, la cual, orientada a engendrar una persona humana, supera por su naturaleza el orden puramente biológico y toca una serie de valores personales, para cuyo crecimiento armonioso es necesaria la contribución perdurable y concorde de los padres.
El único «lugar» que hace posible esta donación total es el matrimonio, es decir, el pacto de amor conyugal o elección consciente y libre, con la que el hombre y la mujer aceptan la comunidad íntima de vida y amor, querida por Dios mismo, que sólo bajo esta luz manifiesta su verdadero significado. La institución matrimonial no es una ingerencia indebida de la sociedad o de la autoridad ni la imposición intrínseca de una forma, sino exigencia interior del pacto de amor conyugal que se confirma públicamente como único y exclusivo, para que sea vivida así la plena fidelidad al designio de Dios Creador. Esta fidelidad, lejos de rebajar la libertad de la persona, la defiende contra el subjetivismo y relativismo, y la hace partícipe de la Sabiduría creadora. (Familiaris Consortio, 11)
Tuesday, January 13, 2015
Wednesday, January 07, 2015
Arriesgarse por los demás
Todas las personas necesitamos
cubrir nuestras necesidades materiales: tener salud, una casa, un trabajo. No
es menos importante tener un proyecto con los demás que merezca la pena y que,
por tanto, suponga esfuerzo y sacrificio. La realidad que más claramente
concreta este noble empeño es la familia. El cónyuge y los hijos, los padres y
los hermanos, suelen ser la humanidad más próxima que se nos ofrece. Otra
realidad privilegiada para este afán de mejorar el mundo es el trabajo. Además
de sostenernos económicamente, el trabajo es un lugar privilegiado para servir
a los demás.
El hombre necesita seguridad pero
también puede estar seguro de que si no arriesga su vida por algo valioso, la
propia existencia termina por ser tediosa y falta de sentido. Una vida tiene humana que tener un fin más importante que ella misma. Esta dimensión de
entrega, aunque cuesta, nos hace más fuertes y felices. Solo potenciando estas
dimensiones de generosidad, y no solo las de necesidad, es donde las personas,
las familias y los pueblos se encuentran a sí mismos.
José Ignacio Moreno
Thursday, January 01, 2015
¿Qué es ser un necio?
En torno al Cielo y al purgatorio dice un autor:
“Nadie puede entrar en esta bienaventurada unión de amor con
Dios, que es el Cielo, hasta que esté transformado perfectamente en Cristo.
Éste debe ser el término moral de nuestra vida aquí abajo; la muerte debe ser
simplemente la desaparición del último vestigio del yo después de una vida de
transformación gradual en Cristo. Desgraciadamente no suele suceder esto.
Estamos convencidos de que tenemos otras cosas que hacer en esta vida; tenemos
nuestro trabajo, nuestra profesión, nuestros amigos, nuestros amores y nuestros
talentos; tenemos nuestra propia vida que vivir… según nos imaginamos. Y así,
cuando todo llega a su fin, no estamos preparados; no tenemos atavíos
nupciales, no tenemos aceite en nuestras lámparas... ¡Hemos
sido unos necios!” (Eugene Boylan. “El amor supremo”, p. 373)
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