Me
avergüenzo del Partido Popular, al que he votado frecuentemente, porque ha
falseado su promesa electoral de proteger la vida del no nacido, en una ley
marco de ayuda a la maternidad. La necesidad de consenso democrática es muy amplia,
pero se basa en unos imperativos humanitarios mínimos; y el primero de ellos es
el derecho a la vida. Ciertamente estamos en una sociedad abortista, pero esto
no es un avance: cualquiera que tenga la suficiente valentía y honradez de ver
la realidad de un aborto quirúrgico se da cuenta de que se trata de una
barbaridad; por eso muchos no lo quieren ver. Matan a los nasciturus y llaman
fascistas opresores a los que enseñan la verdad de esta práctica cruel. Hay
cosas en las que cabe no consensuar tanto; aquellas convicciones y valores
sobre los que un político de altura no puede ceder; por ejemplo: el maltrato a
las mujeres, la discriminación a los homosexuales, y la muerte provocada de los
seres humanos concebidos y no nacidos. Con la decisión del presidente del
Gobierno de retirar la nueva ley –más defensora de madres e hijos en gestación-,
el Partido Popular ha herido gravemente su base de humanismo cristiano, si es
que todavía le queda algo de esto.
José Ignacio Moreno Iturralde
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