En una iglesia de una aldea alemana tenían un Cristo muy bonito y valioso. Estaba crucificado y la gente le tenía mucha devoción.
Durante la II Guerra Mundial cayó una bomba y, al explotar, le arrancó los dos brazos.
Al final de la contienda, los del pueblo, se planteaban restaurarlo. Pero alguien sugirió dejarlo como estaba, sin brazos. Se aceptó la propuesta e incluyeron una leyenda explicativa que decía así: “Vosotros sois mis brazos”.
Tengo necesidad de tus manos para seguir bendiciendo.
Tengo necesidad de tus labios para seguir hablando.
Tengo necesidad de tu cuerpo para seguir sufriendo.
Tengo necesidad de ti para seguir salvando.
Drinkwater
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