Rafael Álvira, recientemente fallecido, ha sido
para mí una referencia como persona y como profesional de la Filosofía. He
podido hablar con él en unas pocas ocasiones y recuerdo su temple sereno, su
mirada franca y su sonrisa sincera. También he leído algunas de sus
publicaciones. En una idea suya, que me llamó la atención, explicaba por qué la muerte era buena: sin la muerte daría igual hacer una cosa
hoy, mañana, o no hacerla; sería lo mismo hacer algo bueno o malo. Sin embargo,
la dura realidad de la muerte nos marca una meta. Tenemos un tiempo para hacer
el bien, y hay que aprovecharlo. Querido Rafael: gracias por tu ejemplo y por
tu pensamiento; has aprovechado la vida y estoy seguro que has encontrado a la
Sabiduría misma, un Dios misericordioso.
José Ignacio Moreno Iturralde
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