Noches de estrellas y luna,
con Reyes Magos y cuna,
con picatostes, con chocolate,
o cuando en fútbol hay un empate.
Noches de días sencillos, engalanados,
con los adornos de amores dados.
A veces oscuridades, desasosiegos,
dolores, ruegos,
cuando se rompe la vida…
y el alma nota su herida.
En unos y otros descansos,
la tierra sigue girando,
y el sol apunta de nuevo
para estrenar la mañana;
es breve esa luz de oro,
sobre los campos, sobre los hombres;
es renacer con decoro
y levantarse, lavarse, y volver a trajinar
y construir un hogar,
y una civilización,
tras la luz de la Alborada, late inmenso un corazón.
José Ignacio Moreno Iturralde
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