Ser
padre es estar ahí, tranquilo y disponible para la familia. Es trabajar duro
todos los días, con ganas o sin ellas, para hacer un mundo más humano. Requiere
convencerse de que el camino a seguir tiene el nombre de mi vocación y, por tanto,
renovar el amor cada día con detalles. Esforzarse por domar la mente aventurera,
siendo muy realistas. Y sujetar al loco del corazón, con una camisa de fuerza si
hiciera falta. Ser padre es vivir para hacer feliz a los demás, olvidándome de
mi propia felicidad, y así poder encontrarla. Soñar con los mejores sueños de
los hijos, para ser eterno y dichoso. Es reírse un poco de los triunfos y
tragarse las lágrimas para regar los frutos. Ser padre, especialmente con
paternidad espiritual, es ser muy hombre porque uno se sabe profundamente hijo.
José
Ignacio Moreno Iturralde
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