“Cuando el mundo se ve abocado a una cruzada en favor de los
derechos comunales, nadie como las mujeres para llevarla a cabo. Son mejores, para
esto, quienes no lucen corbata: las mujeres y los frailes franciscanos. No se
puede concebir una granja sin observar la necesaria concepción de la familia.
Hay que volver, pues, al matrimonio cristiano. No es posible atesorar propiedad
siendo una especie de polígamo vagabundo… Un harén jamás será un hogar” (Chesterton, Cuentos del Arco Largo).
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