Existen realidades que pueden entenderse como opuestas. Pongamos algunos ejemplos: Creación de riqueza-solicitud por los más pobres. Capital-derechos de los trabajadores. Enseñanza pública-derecho de los padres a elegir. Derechos de la mujer-derecho a la vida del no nacido. Amor-institución matrimonial. Deberes sociales-derechos de las familias. Pues bien, existe una realidad que no solo no opone sino que complementa a las parejas de términos mencionados: la moral natural universal a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia. Por tanto: un gobierno aconfesional que fomente el pluralismo y enriquecimiento de ideas en la democracia no puede hacer una especie de excomunión civil a los obispos de la Iglesia Católica cuando emiten sus opiniones y orientaciones respecto al bien común y al orden moral. Especialmente penoso resulta ver a líderes políticos recurrir al insulto y a la descalificación burda de la jerarquía cristiana. Acusar de confesionalismo a la libre exposición de la doctrina social de la Iglesia es desconocer el Evangelio, negar el derecho que todo hombre tiene a la libertad de expresión y de religión; así como concebir la democracia de un modo reductivo y partidista.
José Ignacio Moreno Iturralde
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