Información sobre la fe cristiana y la dignidad humana en relación con el mundo actual
Monday, May 05, 2014
Saturday, May 03, 2014
Madurez, serenidad y alegría
Nuestra vida
pasa por diferentes etapas. Hay temporadas en que uno se encuentra fenomenal y
todo va bien, con algunas pequeñas zarandajas que trae la vida diaria. Sin
embargo, cada edad trae consigo sus dolores y contratiempos: la muerte del
abuelo, un problema entre nuestros padres, un revés en los estudios, una
enfermedad dura e inesperada, un desengaño amoroso. En algunos momentos
difíciles parece que nuestra estabilidad se rompe, zozobra, y experimentamos
dolor. Puede ser un buen momento para preguntarle a Dios qué esta pasando. Entonces,
pueden rezar más los que ya rezan; o empezar a rezar los que no lo hacen. No se
trata simplemente de pedir que se quite nuestro problema, que también, sino de
pedir visión cristiana para interpretar el sentido profundo de lo que nos está
ocurriendo. No siempre será fácil. Lo que sí que sucede en estas situaciones es
que podemos aprender a centrar nuestra vida en principios y valores más altos.
Enfadarse con amargura, “rebotarse” y mandarlo todo a paseo es una reacción
soberbia, estéril y dañina, sobre todo para nosotros mismos. Es más inteligente
y virtuoso reaccionar de modo positivo. Así nos podemos dar cuenta de que la
verdadera estabilidad y alegría está en llenarnos la mente y el pecho de de lo
que da paz profunda: la humildad, la aceptación, la caridad. En algunos
problemas pueden implicarse también cuestiones de justicia que habrá que
resolver con sentido común y diligencia, evitando la aversión o el odio, que suelen
deformar la realidad y nos envilecen.
Es bueno querer que las cosas nos vayan humanamente bien, y poner los medios para que así sea. Pero a veces no es posible. Entonces se nos da una gran oportunidad para buscar la estabilidad interior en valores más altos. El sufrimiento es imprescindible para aprender estas lecciones, que nos hacen madurar y ser más profundamente felices. Sólo entendiendo el sentido cristiano del dolor podremos ser personas con paz y alegría. Y cuando vuelvan los momentos humanamente gratos y divertidos, los disfrutaremos más que antes.
Es bueno querer que las cosas nos vayan humanamente bien, y poner los medios para que así sea. Pero a veces no es posible. Entonces se nos da una gran oportunidad para buscar la estabilidad interior en valores más altos. El sufrimiento es imprescindible para aprender estas lecciones, que nos hacen madurar y ser más profundamente felices. Sólo entendiendo el sentido cristiano del dolor podremos ser personas con paz y alegría. Y cuando vuelvan los momentos humanamente gratos y divertidos, los disfrutaremos más que antes.
José
Ignacio Moreno
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